CALOR
La práctica que realizamos en esta ocasión comenzó con una actividad de algunas series de estiramientos en el suelo, centrándonos en la conciencia corporal y en el momento presente. Este enfoque está alineado con las ideas de la educación somática, que promueve el aprendizaje a través de la conexión mente-cuerpo (Johnson, 1995). Los estiramientos y la observación física nos permitieron explorar cómo nuestro cuerpo responde al entorno y cómo podemos liberar tensiones acumuladas, algo fundamental tanto para nuestra salud como para nuestra capacidad de enseñar y guiar a otros.
Posteriormente, hicimos una relajación que tuvo como objetivo principal el bienestar corporal y emocional. En un ambiente cálido y acogedor, Vanessa utilizó mantas para envolvernos proporcionando una sensación de resguardo y protección. Esta experiencia, además de ayudar a disminuir el frío, nos permitió sentirnos contenidos y cuidados, elementos esenciales en cualquier contexto educativo donde se busca fomentar la seguridad emocional. Como señala Bowlby (1988), el apego y la sensación de seguridad son fundamentales para el desarrollo emocional, especialmente en las primeras etapas de la vida, pero también resultan beneficiosos en cualquier grupo humano, sin importar la edad.
La última parte de la sesión estuvo dedicada a la expresión creativa mediante el uso de arcilla. Se nos invitó a recrear lo que habíamos sentido durante la práctica. Personalmente, moldeé una figura en forma de caja, que simbolizaba el resguardo y la suavidad que experimenté al estar envuelta en la manta. Este ejercicio me permitió reflexionar sobre la importancia de crear entornos seguros y de brindar espacios donde cualquiera pueda expresar sus emociones de forma concreta. Según Gardner (1993), las actividades artísticas y creativas como esta potencian la inteligencia intrapersonal y espacial, permitiendo a los individuos comprender mejor sus propios sentimientos y darles forma.
Sin embargo, debo admitir que, aunque la práctica fue enriquecedora, me encontraba especialmente cansada ese día, lo que influyó en mi percepción de la experiencia. A pesar de ello, considero que esta actividad me aportó herramientas valiosas que puedo adaptar en un futuro para trabajar con mis propios alumnos. Incorporar dinámicas de relajación, conciencia corporal y creatividad en el aula no solo favorece el bienestar de los niños, sino que también fomenta su desarrollo integral. Como afirma Freire (1997), la educación debe ser un acto de amor y cuidado, y actividades como esta reflejan esa filosofía al poner el bienestar del estudiante en el centro del proceso educativo.
En resumen, esta práctica, aunque no fue una de mis favoritas debido a mi estado físico, me dejó aprendizajes significativos sobre cómo cuidar de los demás y de mí misma en el contexto educativo. Entendí la importancia de construir espacios seguros, tanto físicos como emocionales, que permitan a los niños explorar y expresar su mundo interior, algo esencial en la tarea de educar desde el corazón y la sensibilidad.
Bibliografía
- Bowlby, J. (1988). A Secure Base: Parent-Child Attachment and Healthy Human Development. Basic Books.
- Gardner, H. (1993). Multiple Intelligences: The Theory in Practice. Basic Books.
- Freire, P. (1997). Pedagogía de la autonomía. Siglo XXI Editores.
- Johnson, D. H. (1995). Bone, Breath, and Gesture: Practices of Embodiment. North Atlantic Books.
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